Camila Saldías Ruiz
Hola. Soy Camila Saldías Ruiz, bióloga ambiental de profesión, participé en ALLSA 2015 y desde ese momento mi vida ha cambiado mucho. Participé desde el 2013 al 2016 como coordinadora del Programa de Educación en el Parque Omora, que forma parte del Programa de Conservación Biocultural Subantártico. Viví en Puerto Williams, el poblado urbano más austral del mundo, ubicado una isla remota, donde habita una comunidad pequeña de dos mil personas. Ahí conocí a la etnia más austral del mundo, los Yaganes, sus costumbres y forma de ver la vida y su proceso de aculturación.
Aprendí con ellos y junto a mi equipo a trabajar en la conservación de la diversidad biológica y cultural desde el diagnóstico de la Homogenización biocultural. Tuve grandes maestros y maestras que me enseñaron a pensar y a comprender con humildad la complejidad de este trabajo, a través de la metodología Filosofía Ambiental de Campo.
Desde el 2017 trabajo en Santiago, coordinando el Programa de Educación Ambiental del Parque Mahuida.
El Parque Mahuida se ubica dentro del Hotspot de Biodiversidad de Chile Central, y además se ubica dentro del Sitio Prioritario para la Conservación de la Biodiversidad denominado “Contrafuerte Cordillerano”.
Aquí estamos desarrollando un programa que busca conectar a los habitantes urbanos con la precordillera. Para esto estamos diseñando visitas guiadas enfocadas en la valoración del patrimonio biocultural, de la mano de guías biólogos que pueden aportar a sensibilizar a la comunidad con sus conocimientos ecológicos y experiencias en conservación e investigación de la biodiversidad.
Además, me interesa mucho investigar la historia de la precordillera, y la relación de la comunidad humana con la montaña, para finalmente comprender la trama biocultural de este nuevo ambiente en el que vivo, en donde se da la misma problemática que en el sur de Chile, vinculada a la dominancia de culturas y especies foráneas, invisibilizándose la cultura y diversidad biológica local. Es urgente que los ciudadanos caminemos por los cerros, y reflexionemos in situ sobre lo que estamos haciendo con nuestra vida, con nuestra ciudad, con nuestros paisajes, con nuestra cultura, y con el planeta Tierra. La montaña es un lugar privilegiado para repensarnos como sociedad.